“El sonido no está disponible en TikTok”. Con este mensaje se encuentran los usuarios de la red social cada vez que en sus pantallas se reproduce un vídeo que contenía música cuyos derechos de propiedad intelectual son titularidad de Universal Music Group (UMG).
En un comunicado oficial divulgado el pasado 30 de enero, UMG hizo público que las relaciones entre esta y TikTok pasaban a estar en “tiempo muerto”, ya que no habían conseguido alcanzar un acuerdo capaz de satisfacer los intereses de ambas corporaciones. En dicha open letter, Universal expuso los tres puntos más críticos:
i) la compensación económica que deben recibir los artistas y compositores por la puesta a disposición de sus interpretaciones y obras,
ii) la protección de la creación humana ante los efectos nocivos de la inteligencia artificial y
iii) la seguridad en internet de los usuarios de la plataforma.
El ascenso de TikTok en los últimos años ha sido meteórico y a día de hoy acumula más de 1.000 millones de usuarios. A pesar de que su comunidad crezca sin límites, recaudando grandes cantidades por publicidad y aumentando su dependencia del contenido basado en música, no parece que esté dispuesta a dar su brazo a torcer para atender a las exigencias del gigante de la industria musical, que es titular de los derechos editoriales y discográficos de una parte considerable de la música utilizada por los usuarios de TikTok. Y es que UMG ya puso de manifiesto que la compensación económica ofrecida por la plataforma por el uso de la música representaba una porción muy reducida de la tarifa que pagan las plataformas de streaming y sentenció: “TikTok está tratando de construir un negocio basado en la música, sin pagar el valor justo por ella”.
En efecto, la consideración de TikTok como una mera red social o como una auténtica plataforma de streaming en sí misma es una cuestión que reviste una gran importancia de cara a la cuantificación de los royalties que deberá pagar por el uso de la música. A pesar de que los límites de ambas figuras no estén perfectamente delineados, lo que está claro es que el contenido basado en música es predominante en TikTok -hasta el punto de que numerosos usuarios descubren y consumen ciertos temas únicamente en dicha plataforma- y que se acerca cada vez más a la segunda de las figuras mencionadas. En este sentido, debe recordarse que hace un año se presentó al público TikTokMusic, una auténtica plataforma de streaming con acceso vía suscripción.
A las reclamaciones de Universal en materia de remuneración por el uso de la música se unen las cuestiones problemáticas derivadas de la irrupción de la inteligencia artificial en la escena: no solo la plataforma se está inundando con grabaciones generadas por inteligencia artificial cuyos derechos de propiedad intelectual son de titularidad discutida, sino que además se están desarrollando herramientas como AI Song –todavía experimental-, que permite generar canciones basadas en los prompts introducidos por los usuarios. UMG considera que habilitando estas herramientas y promoviendo su uso, para más tarde exigir un derecho contractual sobre las creaciones generadas, se incentiva el reemplazo de los artistas por la inteligencia artificial y se diluye la porción del royalty pool para los artistas humanos. Esta situación se agrava si se tiene en cuenta que la plataforma, a ojos del sector discográfico y editorial, hace esfuerzos mínimos para lidiar con la vasta cantidad de contenidos alojados que infringen los derechos de los artistas y compositores.
Los términos de las relaciones entre la plataforma y UMG expiraron el pasado 31 de enero y las negociaciones por un nuevo acuerdo no transcurrieron por las mejores sendas: Universal acusó a TikTok de intimidarles para que aceptasen un trato por un valor inferior al que suscribieron anteriormente y que, además, se alejaba del valor justo de mercado. ¿En qué consistió esta intimidación? En eliminar selectivamente la música de ciertos artistas emergentes, mientras se mantenía en la plataforma a las estrellas globales que mueven grandes audiencias. UMG fue claro: “las tácticas de TikTok son evidentes: utilizar su poder en la plataforma para perjudicar a artistas vulnerables e intentar intimidarnos para que cedamos ante un mal acuerdo que menosprecia la música y perjudica a los artistas, a los compositores y a sus fans”.
Ante estas acusaciones, la plataforma china publicó una pequeña y contundente nota de tres párrafos en la que acusó a Universal de priorizar sus propios intereses sobre los de sus artistas y compositores y de alejarse de un poderoso apoyo como es la plataforma,que “sirve como medio gratuito de promoción y descubrimiento para sus talentos”. Añade, además, que ya ha logrado acuerdos basados en la idea de “artistas primero” con el resto de discográficas y editoriales y sentencia que “las acciones egoístas de Universal no benefician a los artistas, a los compositores o a los fans”.
A día de hoy, no se ha anunciado que las partes hayan acercado sus posturas y desconocemos cuál será el desenlace de esta situación. Lo que está claro es que el “punto muerto” en las relaciones de TikTok y UMG ha supuesto una auténtica sacudida de una escena en la que, poco a poco, los agentes que en ella intervienen son cada vez más interdependientes.